miércoles, 6 de julio de 2016

EL CONTAGIO Y LA VACUNA DE LA TARANTELA SICILIANA


Una tradición verdadera no es testimonio de un pasado caduco;
 es fuerza viva que anima e informa el presente. 
Lejos de implicar la repetición de lo que fue, 
la tradición supone la realidad de lo que perdura.
Un patrimonio que se recibe a condición de hacerlo fructificar."

                          Igor Stravinsky, Poética musical. París, 1952.

Y así pasamos a la música tradicional siciliana, aquella que en cualquier cultura representa a todos los miembros de la comunidad, que surge lejos de la autoría pero que, los que se sienten miembros de esas colectividades, firman para la imtemporalidad comunitaria y la elevan a la categoría de "clásica" para pasar a ser músicas tradicionales entre el "academicismo" de individualidades y pueblos.

Toda música tradicional está ligada a la danza, al baile como exteriorización corporal de emociones y sentimientos, es una manera ancestral de relacionarse para la diversión, la catarsis o la creatividad. La expresión más contagiosa quizás porque en su base está el seguimiento del ritmo, y el ritmo todos lo llevamos dentro aunque sea solo para mover el pulso. 

Y este pulso ancestral, popular, tradicional, comunitario, espontáneo o academicista en Sicilia es

LA TARANTELA.

Si hay una música y su danza cuyos orígenes estén en la pelea por mantener los latidos vitales de los individuos de una comunidad es esta.

Sus orígenes se remontan a la función curativa de la música y la danza, en concreto a superar los efectos de una picadura que puede llegar a ser mortal, la de la tarántula. La superchería y las creencias de la sociedad primera que la engendró, le otorgaba este poder al ritmo increcendo de la música que debía seguir el picado hasta expulsar el veneno del insecto por el tiempo en movimiento y el sudor. Solo el ritmo de la tarantela era capaz de exhortizar los efectos de la picadura del insecto y así, las personas que la sufrían, antes de recurrir al curandero, incluso a los posteriores médicos, llamaban a violinistas, guitarristas y pandereteros para que agitasen la música y a su ritmo sacudirse el cuerpo.



El valor medicinal de la danza se hunde en la prehistoria y la tarantela parece una superviviente de estos bailes sanadores. Esta costumbre tan ancestral y enraizada en algunos pueblos del mediterráneo se le conoce con el nombre de tarantismo, e historiarlo  ha sido uno de los objetos de antropólogos. Remito a este documental  de Gian Franco Mingozzi, (1962), realizado bajo la supervisión científica del antropólogo Ernesto de Martino, y con los comentarios del poeta Salvatore Quasimodo para conocer esta práctica.






Pero, como si tirásemos del hilo, las culturas de este mundo cabrían en los dedos de una mano y a partir de ellas todas las que hoy se puedan registrar, por la tarantela se bosqueja un  largo y rico recorrido que llega hasta nuestra península puenteando el Mediterráneo.

Curiosamente, hasta en regiones como Castilla-La Mancha, Extremadura, Baleares, Andalucía y Aragón se ha reproducido este baile con el mismo fin terapéutico hasta los últimos testimonios recientes en Alcalá de Guadaíara (Sevilla), Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), pero sobre todo en Fraga (Huesca). Y es precisamente en esta región, en Aragón, donde su música y su danza más tradicional está enraizada en Sicilia, en la tarantela, y de ahí esta costumbre. 

No tengo más remedio que confesar que al conocer este dato yo misma he experimentado la sacudida tarantinesca al ritmo de Pulp Fiction...

El vínculo entre la tarantela y la jota aragonesa se reconoce en los intercambios culturales que se dieron durante la presencia aragonesa en el sur de Italia. Cuando los sicilianos expulsan a los franceses tras Las vísperas sicilianas, invitan a Pedro el Grande de Aragón a reivindicar los derechos sucesorios de su esposa  Constanza II de Sicilia heredera de la dinastía normanda. Con el rey aragonés, Sicilia se independiza de Nápoles y se constituye el reino de Sicilia. 

No parece descabellado defender estos vínculos, ya más que estudiados y documentados. "Jota" proceder del árabe «xotah» (saltar rítmicamente),  las similitudes rítmicas y de atuendos, y el arraigo de la costumbre de vencer el veneno de este bicho con una jota más rápida que la tradicional en el Alto Aragón, parecen más que evidentes antecedentes de La Dolores. 



Sin opinión propia, no sea que me meta en camisa de once varas, dejo estos dos vídeos en los que el mismo cuerpo de baile del Igor Moiseyev Ballet interpreta las dos danzas para que se valoren similitudes y diferencias. 







Quizás la más evidente singularidad entre una y otra danza está en la presencia del refajo, la altura del dobladillo o los colores de faldas y chalecos. Sí, sí me mojo: la principal diferencia está en la idiosincracia ortodoxa de la jota, que se aferra a su indumentaria como seña de identidad y a la evolución hacia la complejidad académica de sus pasos. Pero esto empieza a ser objeto de la irremediable renovación. Y en ese desatar de esta "pureza" a la jota, se ha interesado el bailarín zaragozano Miguel Ángel Berna, que baila la jota clásica como dios pero intenta dejar atrás la inmovilidad academicista recuperando la espontaneidad, el significado de este baile popular, su valor terapéutico y el de su propio sentido para los seres de hoy. Breña ha venido ha "tarantelizar" la jota, rejuveneciéndola, alegrándola a la vista vistiendo a los danzantes de una forma mucho más favorecedora. Aquí con el gran Bretón lo muestra. 



Me imagino que estas apuestas habrán abierto una polémica entre los puristas y los renovadores como sucedió con el flamenco cuando Camarón de la Isla y Paco de Lucía lanzaron La leyenda del tiempoAquí una propuesta de fusión y renovación del bailarín maño que está triunfando en los escenarios con este espectáculo, "Mediterráneo", con el que abre Aragón al mar y recrea las músicas que han influenciado a la jota,  incluyendo por supuesto a la tarantela. Yo desde aquí le deseo éxito en sus propósitos.




Pero si de prescindir radicalmente del refajo y de arremangarse para lucir piernas se trata, también tenemos una graciosa picadura de araña en el sur, la Tarantela sevillana de nuestra Carmen en La Maestranza  es el mejor ejemplo de que esta música fue un antídoto perfecto del régimen franquista por su terapéutica función...






Y como todas las músicas populares que se precien, la tarantela pasó por el pentagrama de los más ilustres. Con esta filosofía introducía la entrada.  El Romanticismo, más que ninguna otra escuela, invitaba a la picadura ancestral para mantener y recrear los latidos vitales, y muchos compositores se ocuparon de componer al ritmo de la tarantela importantes piezas musicales. Entre otros, Franz Schubert, Franz Liszt, Serguéi Rajmáninov,  Chaikovski, Chopin y, cómo no, el compositor italiano que contagia como nadie la alegría irresistible de la música y de la pulsión de vida:


Gioachino Rossini 






Es la octava canción de la colección Les soirées musicales (1830-1835). La letra la compuso el conde Carlo Pepoli y en ella se inspiró Chopín para la suya .

 Rossini firmará con La danza de la tarantela la imtemporalidad comunitaria, la elevó a la categoría de "clásica" y así pasó a ser música tradicional académica para las individualidades y comunidades.

Por si quieren cantarla y bailarla.


Già la luna è in mezzo al mare, 
mamma mia, si salterà! 
L'ora è bella per danzare, 
chi è in amor non mancherà.
Già la luna è in mezzo al mare,
mamma mia, si salterà!
L'ora è bella per danzare,
chi è in amor non mancherà....

Mamma mia, mamma mia,
già la luna è in mezzo al mare,
mamma mia, mamma mia,
mamma mia, si salterà.
Frinche, frinche, frinche,
frinche, frinche, frinche,
mamma mia, si salterà.
Frinche, frinche, frinche,
frinche, frinche, frinche,
mamma mia, si salterà.




La ra la laaaaa 


la ra la la ra la la…

No hay comentarios:

Publicar un comentario